Mi sombra y las farolas

 

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Mi sombra es un tanto… digamos peculiar pues si digo rara es posible que se enfade conmigo.

Siempre viste en blanco y negro o más bien en gris y negro; he tratado de convencerla de que vista en colores, al menos en primavera, pero no hay manera de que lo haga y alguna vez que la he pillado quietecita he comenzado a darle color pero en cuanto se ha dado cuenta se ha marchado dejando el color tirado en el suelo.

Es muy silenciosa, jamás me da una mala contestación, es más, creo que jamás me ha respondido cuando le pregunto algo o cuando voy conversando con ella durante los paseos  a pesar de estar los dos solos y conocernos desde niños, al menos desde que tengo recuerdos, y que siempre hemos estado muy unidos.

Es también muy discreta y sabe comportarse, generalmente pues en alguna ocasión la he descubierto delante de mí haciendo muecas y aspavientos, provocando que la gente que pasaba me mirase con cara extraña o una sonrisa compasiva viendo las burlas y el poco respeto de mi sombra hacia mi persona, sin hacer caso de mis gestos de que se comportase bien sino que la muy descarada me los repetía uno tras otro con descaro.

Últimamente, en nuestros paseos nocturnos he descubierto que le dan miedo las farolas hasta tal punto que conforme nos vamos acercando a alguna de ellas la pobre sombra, asustada, se va empequeñeciendo y ocultándose tras de mí, interponiendo siempre mi cuerpo entre ella y la farola, no permitiendo que le eche la vista, perdón, la luz encima, de tal forma que si yo paso arrimado a la farola ella se esconde entre mis piernas convertida en un punto deforme para ir apareciendo por delante de mí levantándose y agrandándose conforme nos alejamos y dejamos atrás la farola, envalentonada y tranquila hasta la próxima, que hará que se coloque de nuevo tras de mí empequeñeciendo y escondiéndose hasta sobrepasarla y recuperar nuevamente el valor y la figura.

Ese miedo está tan dentro de ella que a pesar de que pasamos muchas veces junto a las mismas farolas no hay manera de que al menos no les tenga tanto miedo, no digo ya saludarlas como viejas conocidas e incluso como amiga a alguna cercana a casa; y además tiene miedo a todas, sean grandes o pequeñas, pero más a las más altas pues veo que ante ellas se encoge más que ante las pequeñas y tarda también más en recuperar la figura y el aliento si lo tiene.

Estas son algunas de las peculiaridades de mi querida sombra a la que tanto aprecio pues siempre me acompaña, nunca molesta ni me hace sombra, no me abandona por otro ni yo tampoco la cambiaría por ninguna otra; a pesar de sus «cualidades» un tanto extrañas  ya las he asumido como normales y  además la convierten en algo único y fuera de lo habitual o vulgar, yo diría que incluso se me parece, o yo a ella, y es que como dicen «todo se contagia, menos la hermosura».

Me voy con mi buena sombra a otra parte; en otra ocasión tal vez os cuente algún otro detalle o cotilleo de mi sombra y de nuestros paseos, andanzas u ocurridos, sucedidos o acontecidos.

Vosotras tratad bien a vuestra sombra para que siempre sea buena y además:

¡Cuidaos, vivid la vida intensamente y procurad ser muy felices!

 

 

 

El humor de Groucho Marx

Me vais a perdonar que me despoje de la camiseta para que la podáis leer mejor; en cuanto acabéis de leerla me la pongo de nuevo. No tengáis prisa, leedla con calma y con carcajadas; hace buena temperatura y me encuentro cómodo, espero encontrar también cómoda la camiseta.

Para leer más fácilmente tendréis que hacerlo en el ordenador o ampliando la imagen; si no podéis leerlo porque la letra es demasiado pequeña os podéis imaginar cada frase y reíros igualmente, incluso también a carcajadas.

(¿Podríais luego contarme las frases imaginadas con las que más os habéis reído?)

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Mala sombra.

 

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–ooOoo–

No se veía ni un alma en la calle,

tan llena estaba de gente,

desocupada, desalmada.

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–ooOoo–

Creía haber perdido toda esperanza

cuando encontró una muy pequeñita

en el fondo de su bolso,

junto a su pintalabios.

–ooOoo–

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–ooOoo–

Le pareció que una sombra la seguía;

debía de estar equivocada

pues no la pudo encontrar

a pesar de iluminar todos los rincones.

–ooOoo–

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–ooOoo–

Se sentía cómoda y muy inspirada

pensando en la oscuridad

hasta que tuvo una idea luminosa.

–ooOoo–

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–ooOoo–

Se colgó de la luna en cuarto creciente

mas al llegar la luna llena

se estrelló por no tener donde asirse.

–ooOoo–

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Mala sombra, al menos traviesa o con mala idea,

la de Lindsey Stirling que espero os guste.

Reflexiones cuerdas. (de atar)

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Advertencias

A  partir de mediodía

será ya tarde para ti

será ya tarde para todos

y con la puesta del sol

caerá la noche sobre ti

será ya noche para todos

hasta un nuevo amanecer.

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–ooOoo–

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Reflexión trascendental

¿Deberia amanecer cuando sale el sol

o…

debería salir el sol cuando amanece?

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 –ooOoo–

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Terrible duda

¿En qué día vivimos

cuando llega la noche?

El corrector automático en busca y captura

Quién de nosotras no ha sufrido alguna vez los abusos del corrector automático?

Sin ir muy lejos, varias veces me ha arrebatado la autoría de mis acciones y cambiado

el tiempo de ejecución.

Si yo termino (ahora) el corrector dice que ni soy yo la que termino ni es ahora y declara

que (el) terminó. que yo no camino sino que (otro) caminó, no amo sino que el otro amó

así que incluso me roba la novia.

Y así muchas otras tropelías; pero al fin ha sido descubierto infraganti

y se encuentra en busca y captura por la policía.

Ved la ansiada noticia:

Sorprenden al Corrector Automático abusando de una esdrújula
en plena oración subordinada

Intentaba arrancarle la penúltima sílaba con sus propias manos

17 septiembre 2015

Una pareja de adverbios que acababa de incorporarse a la frase subordinada incluida en un mensaje de texto se vio obligada a llamar a la Policía ante los evidentes abusos que el Corrector Automático estaba llevando a cabo con una palabra esdrújula que había abandonado la oración principal para fumar un cigarrillo. Al parecer, el agresor le estaba arrancando la penúltima sílaba para metérsela luego al principio del vocablo y convertirlo así en una estupidez absolutamente fuera de contexto. “Le gritamos para que la dejase en paz pero entonces nos amenazó con convertirnos a nosotros en adjetivos y nos asustamos sobremanera”, ha declarado uno de los adverbios.

Según afirman los filólogos jurados de la Policía, el Corrector es casi siete veces más alto y corpulento que una mayúscula y siempre suele llevar encima varios paréntesis afilados, asteriscos ninja y una bolsa con puntos suspensivos o seguidos.

“Si te arroja un punto y seguido al principio de una palabra minúscula estás muerto”, explicaba también a la Policía un grupo de pronombres que observaron la escena desde un párrafo anterior. “Nos hubiera gustado intervenir pero ya no teníamos nada que ver con esa parte del relato”, añadieron.

El Corrector Automático huyó momentos antes de la llegada de la Policía, no sin antes arrebatarles la virgulilla a unas eñes que ni siquiera pertenecían al texto y sembrar de interrogantes el final del parágrafo. “Es un cabrón”, ha declarado la esdrújula agredida, convertida ahora en un simple artículo indefinido. “Un perfecto cabronazo”, ha matizado.

Caries mental

Por fin ayer fui al mentista, mentólogo, o como se diga.

Y salí con bien después de tanto fraude, engaño, trampas y otras tropelías.

Unos dias antes llamé a la consulta que me habían recomendado para pedir una cita y una melodiosa voz me comunica que ese día no hay consulta; le digo que me da lo mismo sin sulta que lo que quiero es una cita y tras un breve intercambio de opiniones le pido una cita y en lugar de eso me da una hora y una dirección.

Dado mi buen conformar acudo al fin a la hora y al lugar previstos, c/Virgen de la cabeza, s/n, clínica mental, donde en recepción, una bella muchacha con una mala modista pues le había ajustado demasiado la bata y subido el dobladillo 40 cm. por encima de lo normal dejando al descubierto unas bonitas piernas, me pregunta si tengo cita para la consulta, teniendo que aclarar que lo que tengo no es cita sino hora para la sinsulta; me lanza una extraña mirada, consulta unos papeles y me comunica que su hermano me atenderá en breve.

Así fue, un señor de bata blanca, de muy buen tipo, me hace pasar y me indica que me acomode en el diván, una mezcla de sofá y cama, y comienza a hacerme mil preguntas, desde cómo fue mi nacimiento, sobre mi familia, padres, hermanos, tipo de relación entre todos, mi infancia, adolescencia, etc. hasta que lo interrumpo.

¿Es que quiere escribir una novela o mi biografía? Yo no he venido para hablar de mi niñez ni de mi infancia o adolescencia sino de mi situación actual.

Me respondió con una insulsa sonrisa: déjeme hacer a mi, yo soy el especialista demente.

Lo de demente ya lo he notado pero ¿especialista en qué?

(De nuevo su tonta sonrisa) Soy doctor en medicina y psiquiatría.

¡Ahhh! (abriendo bien la boca, alargando la exclamación) Doctor, pero poco.

¿Como dice?

Digo que doctor pero poco docto.

Me lanzó una extraña mirada que me hizo bajar la cabeza para ver si tenía algo extraño en mí que ocasionase esa mirada y prosiguió:

Tiene usted unas pequeñas lagunas, unas erosiones mentales.

¿Como caries mentales? Pues obtúrelas.

La locura no se obtura, dijo pausado, con voz hueca y solemne.

¿Locura? Replico; ¿será cosa del Ibuprofeno, que todo locura?

Le hablaré sinceramente, claramente.

No, nada demente, hábleme claro, conciso y concreto; o sin ciso y sin creto, como prefiera.

Mire, lo que a usted le falta es sensatez, seriedad y un poco de educación.

¿Puede ser un efecto rebote por sobredosis anteriores?

¿Sobredosis? Explíquese.

Es que en mi educación represora y religiosa recibí muchas sobredosis de sensatez, educación, formalidad, seriedad, incluso fe en lo absurdo.

(Nueva mirada extraña y más agresiva) Podría influir pero lo que quiero decir es que su mente vaga por la estratosfera.

Se equivoca doctor, es imposible, será por la blogosfera porque no ando en Twiter ni en Facebook y esa red que dice ni siquiera la conozco.

Extrañamente su cara iba enrojeciendo, su expresión se tornaba torva, falta de lucidez.

Lo que pretendo es introducir en su mente la cordura.

¿Cordura? ¿No será suficiente el nylon, más ligero y barato? Le dije recordando aquella mochila de nylon, 10 euros en los chinos, que hizo su labor hasta que se rompió y la sustituí por una de cordura, algo más pesada, mucho más fuerte pero también más cara, más de 100 euros.

En ese momento pareció enloquecer y me mandó con la música a otra parte.

Creó que me confunde, doctor, no tengo ni idea de música, el entendido es Chus.

Se encendió y me mandó a tomar algo por el óculo.

Me confunde de nuevo con Chus, él es el del óculo ese tan grande y maravilloso; por cierto, sabe doctor que se le están poniendo los ojos como el de Chus? Debería conocerlo, le diré que se pase un día por aquí, además es experto en otros instrumentos y le hará pasar un rato inolvidable.

Me equivocaba en mi apreciación, sus ojos eran mayores que el de Chus y no tenían su mirada tierna y atractiva sino que estaban a punto de explotar.

Debe llamar al médico o a los loqueros, le dije, su cabeza parece que no está nada bien.

En ese momento comenzó a echar fuego, como un dragón pero por sus ojos, doble llamarada, así que di por terminada nuestra charla y salí no sin desearle amablemente una pronta recuperación.

Le recomendé a su hermana que llamase a un médico, a los loqueros o a los bomberos pues creía que uno, otros o todos a la vez serían necesarios en breve.

Me despedí con amabilidad y cuando abría la puerta me interrumpió diciendo: espere, falta la pasta.

No, su hermano me ha dicho que no podía empastar, que no era posible.

Le quiero decir que debe pagar la consulta, son 100 euros (antes era sinsulta, ahora consulta y al parecer con propina)

Dialogamos unos minutos sobre la situación social, las distintas formas de hacer fácilmente dinero y me interesé por su familia, ante todo por sus padres.

Me informó de que todos estaban bien a lo que contesté que esa noticia me volvía loca de contento.

Ella con una expresión parecida a la de su hermano (debe ser cosa genética o de contagio) me dijo que no pensaba que lo pudiera estar más.

Se equivoca, le contesté, habitualmente estoy más contenta, luego lo estaré mucho más, hoy tengo un día un poco triste.

Como vi que comenzaba también a echar fuego por sus ojos salí con rapidez para buscar una cabina telefónica y llamar a los bomberos; era lo más urgente, ellos valorarían si también eran necesarios los loqueros.

Luego llamaré a Chus para que algún día vaya a conocer al doctor; le gustará conocerlo y sabrá cómo tratarlo.

Quizá llame también a Besta pues creo que sabría tratar y calmar a su preciosa hermana.

Esta fue la situación tan estrambótica, absurda y llena de engaños que pasé ayer pero que ya he superado.

Si estáis en situación parecida a la mía os recomiendo no ir a ningún experto demente sino id más bien a un frutero de confianza; ellos son los que más saben sobre cocos y mandarinas y os pueden aconsejar, además si le compráis esos tomates tan ricos pero tan caros, alguna lechuga y unos malacatones, os despedirá con una sonrisa deseándoos buenos días e invitándoos a volver cuando gustéis, y todo eso por menos dinero.

Y a todas las demás os doy mi receta acostumbrada:

¡Cuidaos, vivid la vida y procurad ser muy felices!

¡Vaya pregunta tonta!

Un poco de humor para celebrar que ya estamos en mitad de la semana; un empujoncito más y ¡tachán, fin de semana!

Nunca es tarde para nacer

¡Si sólo llevamos 47 años de viaje!

Pero ¿y si en ese tiempo alguien me ha suplantado?  (A mala idea)