Oveja negra (Haikueco)

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Oveja negra,

bajo tu oscura lana

ideas claras.

No sigues al rebaño

te acompaño.

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–ooOoo–

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Qué mejor que ilustrar esto con el poema de George Brassens en la voz de Paco Ibáñez «La mala reputación», en montaje de Adolfo Mayo.

A la gente no le gusta que una tenga su propia fe.

Como bien dice Georges Brassens en su magnifico poema y canción «La mala reputación», a la gente no le gusta que una tenga su propia fe y también que en el mundo no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado.

Debo ser una persona muy pecadora pues no me gusta seguir al abanderado, me agobian las multitudes, sobre todo las multitudes de pensamiento único que siguen con ojos muy abiertos al líder pero con la mente cerrada a criticas o a revisiones de su mensaje.

Cualquier líder, por perfecto que parezca, tiene sus defectos, sus errores, sus planteamientos poco reales, o egoistas sin mirar el bien común, o al menos así se me antojan y por tanto difiero de su dogma total aunque pueda estar de acuerdo con la mayor parte de su mensaje.

Para colmo también tengo mi propia fe; no creo en un dios inventado y cambiante según intereses de quienes lo manejan, en el que hay que creer obligatoriamente y creer y descreer en «sus» leyes y dogmas diferentes según el momento.

Pero me declaro ferviente creyente: creo en las personas, en la vida, en la amistad, en el cosmos, etc. etc. incluso en los cuentos, cuyo primer valor es su nombre: «cuento», nadie lo presenta como dogma sino como una transposición de la vida real, bellas parábolas, hermosas historias con animales o seres fantásticos extrapolables a la vida real pero con la aclaración de que es un cuento, no un dogma de fe.

Otro de mis pecados es que me gusta la poesía y como gran pecadora quiero tentaros a todas vosotras, las personas que me seguís o me visitáis, deseando que caigáis en esa tentación de leer poesía, libros no best sellers, cuentos, tener vuestros propios principios y criterio y no seguir ciegamente a ningún abanderado.

¡Jolines!, ¡cáspita!, ¡pardiez!; ¡Si lo que pretendía cuando he comenzado a escribir era simplemente desearos un feliz fin de semana y dedicaros esa bonita canción titulada La mala reputación!

Así pues, os deseo un bonito y feliz fin de semana y como de costumbre…

¡Cuidaos, vivid la vida y procurad ser muy felices!

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La mala reputación.

La palabreja esa, «reputación», suena como algo sagrado, inmutable, inalterable, algo que nos marca como un tatuaje indeleble de por vida.

Nada más lejos de la realidad pues esa «reputación» puede variar en un instante sin modificar para nada nuestra conducta ni nuestra forma de ser, simplemente depende de quienes sean las personas que nos juzguen para que su calificación pueda ser suspenso o matrícula de honor, blanco o negro, con los innumerables puntos intermedios.

Por desgracia es muy habitual juzgar y catalogar a las personas usando nuestro parámetro de valores, nuestro punto de vista exclusivamente, sin pararse a pensar que hay otra gama de valores igualmente válidos que los nuestros o incluso más, sin caminar con sus zapatos antes de juzgar.

La sociedad considera un gran pecado ser diferente, no seguir las normas establecidas para ser considerado una persona «normal, de buena reputación»

Como bien dice George Brassens y lo canta Paco Ibáñez, «en el mundo no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado»

Ahora bien, queremos ser todas iguales, clonadas, sin ideas propias, siguiendo simplemente sin pensar al gran rebaño?

O preferimos ser nosotras mismas, pensando, teniendo ideas propias, tomando nuestras propias decisiones, actuar según nuestros principios aunque nos miren mal o nos consideren algo raro (raro=único).

No me extiendo más; os dejo en compañía de George Brassens y de Paco Ibáñez con esta estupenda reflexión y canción titulada «la mala reputación».

Os deseo que disfrutéis de lo que queda del fin de semana así como de toda la semana venidera y como de costumbre mi consejo:

¡Cuidaos, pensad y procurad ser felices!

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La mala reputación (George Brassens)

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En mi pueblo sin pretensión
Tengo mala reputación,
Haga lo que haga es igual
Todo lo consideran mal,
Yo no pienso pues hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño;

No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe

Todos todos me miran mal
Salvo los ciegos es natural.

Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me supo levantar.
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado

Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe

Todos me muestran con el dedo
Salvo los mancos, quiero y no puedo.

Si en la calle corre un ladrón
Y a la zaga va un ricachón
Zancadilla doy al señor
Y aplastado el perseguidor
Eso sí que sí que será una lata
Siempre tengo yo que meter la pata

Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe

Todos tras de mí a correr
Salvo los cojos, es de creer.

No hace falta saber latín
Yo ya se cual será mi fin,
En el pueblo se empieza a oir,
Muerte, muerte al villano vil,
Yo no pienso pues armar ningún lío
Con que no va a Roma el camino mío,

No a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe

Todos vendrán a verme ahorcar,
Salvo los ciegos, es natural.