Solo tenía 16 años

Sentada junto a la ventana permanece ligeramente encorvada con semblante melancólico observando aquella fotografía, casi gastada por su mirada miles de veces paseada por aquella figura que tantos recuerdos traía a su mente, aquella bella muchacha de dieciséis años en la que no deja de pensar y de desear su regreso aun sabiéndolo imposible.

Lanza un profundo suspiro; desearía y así lo pide pensando en voz alta, que quien se la llevó la trajese de nuevo tal cual era, le cuesta reconocer que eso nunca sucederá. Nadie la llevó, partió por propia voluntad tras sus sueños y sus ilusiones, tras su amor, más bien junto con su amor, junto al que permanece tras haber creado una familia y criado a sus hijos.

Pero ella, con nostalgia, todavía la busca entre las gentes, pareciendo reconocerla en los rostros de las muchachas con las que se cruza a pesar de que hace ya 16 años en que se cumplieron otros dieciséis desde su marcha con dieciséis años llenos de ilusión, proyectos y sueños, muchos de ellos cumplidos, alguno pendiente.

Ella sigue con la mirada perdida tratando de verla a través del cristal, tratando de reconocerse en su actual figura sin darse cuenta de que atravesando el cristal, allá dentro de sí misma, todavía se encuentra aquella muchacha con sus ilusiones y sueños, enriquecida por las vivencias de esa nueva mujer reflejada en el espejo.

Sólo debe dejarla manifestarse, con sus sueños de juventud, con su manera positiva de ver la vida, con sus ansias y su alegría de vivir, dejarla asomarse a través de los ojos maduros y algo cansados pero con la misma luz en la mirada.

¡Que regrese la muchacha de dieciséis años, que regrese esa muchacha que nunca se marchó!

Y como entonces, aunque con otra visión de la vida desde la perspectiva de los años transcurridos, sigue escuchando a su diosa, la Brujita cósmica, la más grande, Janis Joplin quien tampoco volverá pero también permanece viva en su recuerdo.