Me consideraba, o consideraba mi mente como una jaula de grillos, como vulgarmente se dice, pero he llegado a la conclusión de que es más bien como una orquesta, gran variedad de instrumentos, cada cual con su sonido característico, pero sin partitura ni director, como en un ensayo o más bien en momentos de afinación.
Algunas diréis que eso es muy pretencioso, que más parece que fuesen tocados por aprendices, pero obvio esas opiniones.
Así iréis comprendiendo por qué a veces mis palabras suenan de manera dulce, como una flauta, un clarinete o un violín, otras melancólica y más seria, cual si fuese un violoncello o un contrabajo, otras en cambio pueden resonar con la fuerza metálica de trompetas y trompas o intempestivamente y rompiendo la paz y la dulzura de la melodía sobresaltan los timbales o el bombo haciendo despertar de un sueño y hasta provocar un respingo y una taquicardia.
En momentos mis palabras o poesías semejan un arpa dulcemente acariciada por unas delicadas manos, otras un piano de amplio registro, dulces arpegios mezclados con el recio sonido de las escalas más bajas golpeadas más bien con energía, momentos de incipiente magia alterados por estridentes y desafinados instrumentos claramente «ejecutados» por un mal aprendiz.
Aunque también algunas veces me parece ser la batuta del director, unas veces parece bailar y acariciar dulcemente, otras se agita frenéticamente e incluso a veces parece, a mala idea, amenazar con apuñalar a alguno de los virtuosos componentes de su tropa.
Así que tranquilas; no es una jaula de grillos sino que hay grandes posibilidades en mi interior. Cuestión de paciencia para que ese mal alumno, a base de constancia,buenos maestros y suerte, mucha suerte, os pueda deleitar con algunas pequeñas piezas que no rompan vuestros oídos, incluso alguna vez escuchéis con agrado y hasta deseéis escucharme de nuevo.
Todo se andará, cuestión de mucha paciencia, comprensión y un poco mucho cariño, como el que yo os tengo y tal vez os sorprenda agradablemente.
Mientras tanto…
¡Que preciosidad y vaya analogía!
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Gracias, me alegra que te guste
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Me ha gustado lo de la orquesta. Yo no se qué tengo en mi orquesta, creo que tengo muchos tambores y platillos, porque soy muy ruidosa.
No hace falta que pongas a trabajar todos los días a toda la orquesta, con que haya algún instrumento sonando, es suficiente.
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Queda mejor que la jaula de grillos, más posibilidades para hacer como dices: de momento ir tocando cada instrumento, luego ya veremos si funciona la orquesta en pleno alguna vez.
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Qué cosa más hermosa! Me encantó. Gracias!
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Gracias, Gabi.
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😉
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Unos días sonamos mejor, otros peor pero, como tú dices, es cuestión de paciencia y quién sabe si, de repente, ¡el conciertazo! Y mientras tanto, a disfrutar de los diferentes sonidos de nuestra loca orquesta.
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Sobre todo lo de loca, jajaja!
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Bienvenida a la multipersonalidad, una vez lo aceptas y acatas que cada día rige una distinta no está del todo mal.
es otra versión de tu orquesta 🙂
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Gracias, Tejas, ¡qué alegría tu visita tras una larga ausencia! En cuanto a tu comentario, habrá que aceptarlo así, cada día sorpresa, qué versión toca hoy?
Un abrazo de bienvuelta.
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Qué metáfora tan bella! La mente es una orquesta!! A mí tu orquesta generalmente me envuelve con la dulzura del violín, instrumento que adoro. Y estoy con Martes, olvídate del director, deja que la música fluya….
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Y luego sale como sale, como un sobre sorpresa.
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Mejor, mejor….no dejar de asombrarse es imprescindible para disfrutar de la vida.
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¡Jajaja! Claro, mirarse en el espejo y con ojos de asombro exclamar: ¡anda, si soy yo!
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jajajajajaaj
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Qué escrito tan bello.
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Amalaidea, suena todo de maravilla 😉 Y no olvides que hay orquestas muy famosas y muy apreciadas que tocan sin director como, por ejemplo, Orpheus 😉
http://orpheusnyc.org/
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Gracias, Martes, eso me consuela. Abrazos
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¡Un abrazo! 😉
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