Las cosas importantes de la vida, las que más cuestan.

Me ha dado por reflexionar sobre la vida y he llegado a la conclusión de que las cosas más importantes para que esta vida sea agradable son las que más cuestan… aunque sean gratis.

Y me he puesto a revisar mis almarios por ver qué cosas de esas me faltaban o había dejado que se apolillaran o deteriorasen; he de decir que conté con la ayuda de una amiga que sin ella saberlo ha iluminado con sus palabras esos rincones un poco sombríos.

Porque, ¿qué hace que nuestra vida tenga un sentido, merezca la pena y nos sintamos útiles y «realizad@s»?

«Mi padre, yo, y otros sabios» pensamos que lo que hace verdaderamente interesante esta vida son las relaciones con los demás: familia, amistades y demás gente a nuestro alrededor, vecinos o menos vecinos.

Y el alimento básico para estas relaciones son pequeñas cosas, todas gratis y fáciles de conseguir pero que muchas veces son las que más nos cuesta hacer: Un saludo, una sonrisa, un abrazo, un beso, un «te quiero», un perdón y un montón de gestos sencillos que dicen a los demás: sé que existes, me importa cómo te sientes, eres importante para mí como amig@, como pareja, como vecin@, como familia, etc. etc. y que precisamente por ser tan sencillos, tan baratos, no les damos importancia y nos olvidamos de ejecutarlos.

Precisamente es la falta de esos gestos o palabras las que generalmente deterioran una relación ya sea de pareja, de amistad o familiar.

Si pensáis un poco veréis que la mayoría de matrimonios o de amistades que se rompen no es por causa de infidelidades o traiciones sino porque la falta de esos gestos ha deteriorado la convivencia hasta romperla.

Cuántos palacios se han derrumbado por sí solos sin violencia exterior, simplemente por abandono, por falta de pequeñas reparaciones de mantenimiento, y cuántos puentes o herramientas se han destruido lentamente por no tratar día a día ese óxido que poco a poco los carcome.

No me quiero alargar más; sólamente quería plasmar estas reflexiones por si pueden ayudaros como me ha sucedido a mí.

Procuremos practicarlas día a día sin esperar nunca a que sean las otras personas las que den el primer paso, pensad además que debemos quererlas más «cuando menos se lo merecen» pues es precisamente entonces cuando más nos necesitan.

¡Ánimo pues! merece la pena intentarlo.

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