Mientras en la tórrida tarde de verano
el bochorno nos clava a las sombras
y nos empuja a las fuentes y a los ríos,
cuando el ardiente sol seca las ideas
pero hace manar el sudor
por todos los poros del cuerpo,
empapando incluso los pensamientos,
pienso en tu aroma fresco y húmedo,
añoro tu aroma húmedo y fresco,
anhelo sentir de nuevo,
tu inconfundible e imborrable fragancia.
Pienso en tí con la esperanza de tu venida,
espero y deseo que lleques pronto,
con aquellas nubes que veo en lontananza
como enormes flores de algodón,
creciendo y aproximándose, tornándose grises.
Mientras se acercan, saboreo el recuerdo
de nuestro último encuentro bajo la lluvia
con un precioso arcoíris adornando nuestro cielo.
Con ese intenso recuerdo, casi te siento de nuevo
mientras truenos y relámpagos cruzan los cielos.
Las primeras gotas baten el suelo, la lluvia arrecia
y aquí estás de nuevo adueñándote del aire,
embriagando mis sentidos,
haciéndo que hinche mis pulmones
tratando de apoderarme de todo tu ser,
de todo el frescor y aroma
con el que impregnas todo,
sensaciones con recuerdos de infancia,
«Frescor y aroma de la tierra mojada».
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