Es el amor… (Haikuecos)

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Es el amor

esa dulce bebida

que nos embriaga.

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Perdemos los sentidos

si nos embarga.

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Una adicción

que nadie quiere dejar

y sí aumentarla.

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Es grave enfermedad

pero nos sana.

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Tormentas y calma

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Tras la tormenta

el torrente desborda

impetuoso

estrepitoso

desbocado

impaciente

lleno de energía

y de vida

descontrolada.

Olvida su camino

salta cauces

invade los ajenos

anega paisajes y cultivos.

Así mi espíritu

tras días tormentosos

sale de su cauce

incontrolado

a borbotones.

Debo controlarlo

que llegue al valle

siguiendo su cauce

manso, tranquilo

donde poder contemplarse

donde poder solazarse.

Tras las tormentas

si el torrente

tras esas cascadas

tras locamente discurrir

saltar, alborotar

al llegar al valle

vuelve a la calma

así mi espíritu.

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Quiero ser en tu vida…

En este sábado que, al menos por esta zona, pensábamos iba a ser primaveral y en cambio se ha mostrado de nuevo como puro invierno, todo invita a la lectura, la poesía… a la nostalgia.

Tarde de chocolate y churros, dicen en mi tierra, poco aparente para pasear y sí en cambio para jornada de hogar y lumbre.

Esta nostalgia, o pesadumbre, me ha llevado a recordar una preciosa poesía de Martín Galas Junior, en realidad Eduardo Fernández López, poeta mejicano que adoptó el seudónimo Martín Galas porque era el que había utilizado anteriormente su padre.

La poesía de que hablo se titula «Quiero ser en tu vida» de la colección Canciones del Amor imposible, una preciosa declaración de amor, de amistad, de agradecimiento…

La comparto con vosotras y espero que os guste tanto como a mí me ha gustado.

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QUIERO SER EN TU VIDA

Martín Galas Jr. (Eduardo Fernández Lopez, México 1914-2003)

Quiero ser en tu vida, algo más que un instante,
algo más que una sombra y algo más que un afán.

Quiero ser en ti misma una huella imborrable
y un recuerdo constante y una sola verdad.

Palpitar en tus rezos con temor a abandono,
ser en todo y por todo complemento de ti.

Una sed infinita de caricias y besos,
pero no una costumbre de estar cerca de mí.

Quiero ser en tu vida, una pena de ausencia
y un dolor de distancia y una eterna ansiedad.

Algo más que una imagen y algo más que el ensueño
que venciendo caminos llega, pasa y se va…

Ser el llanto en tus ojos y en tus labios la risa,
ser el fin y el principio, la tiniebla y la luz
y la tierra y el cielo… y la vida y la muerte.

Ser igual que en mi vida has venido a ser tú…

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Ventanas sin cadenas.

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Sus ojos…

mágica luz que ilumina las sombras

de su forzada noche interior

con invisibles cadenas. 

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Sus ojos…

mar infinito donde vierten sus aguas

caudalosos ríos con sus pensamientos,

desbordados torrentes de sentimientos,

tumultuosas cascadas de anhelos y sueños,

lluvias y tormentas de alegrías y penas,

raudales de vida.

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Sus ojos…

vía de doble sentido,

balcón abierto al mundo,

mirador hacia su alma.

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Sus ojos…

ventanas que nunca

podrán encadenar.

Supongamos que te echo de menos.

Todas hemos echado de menos alguna vez a otra persona.

Alguien que no está en ese momento en que te gustaría que estuviese a tu lado porque es en ese preciso momento cuando más la necesitas, o cuando más la deseas, o cuando más la extrañas…

Todas echamos de menos a esa persona querida que se fue para nunca más volver.

A esa persona que nos brindó felicidad en tantos y tan bellos momentos, que nos hizo reir, que nos enseñó a vivir, que nos enseñó la belleza del mundo, la belleza de nuestro interior porque ante todo nos enseñó la belleza y la felicidad que había en su interior.

A esa otra persona a la que tanto y con tanta pasión amamos y a la que creímos odiar cuando se fue de nuestra vida.

A esa otra persona a la que seguimos amando con pasión pero está ausente en ese momento en que más presente la tenemos, en que su ausencia nos deja vacías, el alma, la casa, la cama, la vida, todo menos la mente, que se llena de ella, de sus recuerdos, que se llena de nostalgia, de deseo, de deseos mil, siempre con ella como diana.

En muchos de esos momentos nos gustaría poder expresar, pero expresar de verdad, de manera que se comprendiesen bien nuestros sentimientos, nuestros anhelos, nuestros sueños, nuestros miedos incluso, que brotara un volcán desde el fondo de nuestra alma, la única forma de reflejar todo el fuego interior que pugna por salir y no vemos la manera adecuada de hacerlo aflorar.

Nos gustaría poder expresarlo como Mónica Gae con sus poesías que no solo me producen admiración y sana envidia de cómo sabe expresar sus sentimientos sino también envidia de esos sentimientos tan profundos y envidia de la persona destinataria de sus versos y sentimientos.

Con ella os dejo, recitando su poesía «supongamos que te echo de menos».

Os deseo que disfrutéis de ella así como de la semana que comienza, que transcurra feliz y provechosa para todas..

No puedes volver…

–ooOoo–

Volver?

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Debo decirte, mi amor

que no puedes volver

de nuevo a mi corazón

no se puede regresar

sin antes haberse ido.

–ooOoo–

Vive mientras vivas.

Qué razón tiene Benedetti; cuán diferentes se ven las cosas, cómo cambian con la perspectiva de las distintas edades.

De joven ves todo un mundo lejano por delante, una largo camino que recorrer; conforme vas avanzando, el camino que queda atrás, que tan largo parecía, se ve como un pequeño paseo.

La cosa se agrava conforme vas cumpliendo años: primeramente ves muy lejana la edad de jubilación, algo lejano e impensable de momento así que vas cumpliendo sueños (alguna pesadilla), alcanzando algunas metas sin pensar en ella. Cuando la ves cercana y al alcance de la mano, piensas que a partir de ahí va a nacer una nueva vida, larga y fructífera pero por contra ves pasar los años cada vez con mayor rapidez.

Hace ya unos años de mi jubilación y como Benedetti me doy cuenta de que esa nueva etapa, a priori tan larga, va desfilando a velocidad de vértigo y ves muchas personas que con tu edad ya han partido (¡leñe, que ya han muerto!) y comienzas a pensar en que puede ser en cualquier momento y que, por muchos años que alcances, está ya a la vuelta de la esquina dada la velocidad con que avanza la vida.

Pero, sea mucho o poco, la vida se vive hasta el último día; quedan muchas ilusiones y muchos pequeños sueños que cumplir, muchas personas amigas con las que compartir, día a día hasta cuando sea posible.

Así que, de momento, os dejo con Benedetti y su poema «Pasatiempo» y con Lalo López y su canción «De un ayer», que espero os haga pasar un rato agradable.

Y como siempre os digo:

¡Cuidaos, vivid la vida y procurar ser muy felices!

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Pasatiempo (Mario Benedetti) Ver letra Seguir leyendo «Vive mientras vivas.»

Mujer a la fuga.

Alegremos el día con una bellísima canción de Silvio Rodríguez titulada «Óleo de mujer con sombrero».

Os dejo con esta maravillosa, dulce y sugerente voz de Silvio; espero que os guste.

Y como de costumbre: cuidaos y procurad ser felices.

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Óleo de mujer con sombrero (Letra)
Seguir leyendo «Mujer a la fuga.»

Otra carta – Para ti, mujer.

Quiero traer hoy aquí este precioso poema de Jaime Sabines, «otra carta «

Carta de agradecimiento y de amor subliminal, tácito, apenas intuído, a esa imperfecta mujer perfecta o más bien a esa perfecta mujer imperfecta que todo lo cura, que todo lo llena, casi sin quererlo y sin casi sin saberlo.

Dedicado a todas vosotras y sobre todo a vosotras mujeres, la mayoría reflejadas en esta carta.

Cuidémonos y procuremos siempre ser felices y así conseguiremos hacer un poco más felices a las demás personas que nos rodean.

Otra carta.

Siempre estás a mi lado y yo te lo agradezco.
Cuando la cólera me muerde, o cuando estoy triste
—untado con el bálsamo de la tristeza como para morirme—
apareces distante, intocable, junto a mí.
Me miras como a un niño y se me olvida todo
y ya sólo te quiero alegre, dolorosamente.
He pensado en la duración de Dios,
en la manteca y el azufre de la locura,
en todo lo que he podido mirar en mis breves días.
Tú eres como la leche del mundo.
Te conozco, estás siempre a mi lado más que yo mismo.
¿Qué puedo darte sino el cielo?
Recuerdo que los poetas han llamado a la luna con mil nombres
—medalla, ojos de Dios, globo de plata,
moneda de miel, mujer, gota de aire—
pero la luna está en el cielo y sólo es luna,
inagotable, milagrosa como tú.
Yo quiero llorar a veces furiosamente
porque no sé qué, por algo,
porque no es posible poseerte, poseer nada,
dejar de estar solo.
Con la alegría que da hacer un poema,
o con la ternura que en las manos de los abuelos tiembla,
te aproximas a mí y me construyes
en la balanza de tus ojos,
en la fórmula mágica de tus manos.
Un médico me ha dicho que tengo el corazón de gota
-alargado como una gota- y yo lo creo
porque me siento como una gruta
en que perpetuamente cae, se regenera y cae
perpetuamente.

Bendita entre todas las mujeres
tú, que no estorbas,
tú que estás a la mano como el bastón del ciego,
como el carro del paralítico.
Virgen aún para el que te posee,
desconocida siempre para el que te sabe,
¿qué puedo darte sino el infierno?
Desde el oleaje de tu pecho
En que naufraga lentamente mi rostro,
te miro a ti, hacia abajo, hasta la punta de tus pies
en que principia el mundo.
Piel de mujer te has puesto,
Suavidad de mujer y húmedos órganos
en que penetro dulcemente, estatua derretida,
manos derrumbadas con que te toca la fiebre que soy
y el caos que soy te preserva.
Mi muerte flota sobre ambos
y tú me extraes de ella como el agua de un pozo,
agua para la sed de Dios que soy entonces,
agua para el incendio de Dios que alimento.

Cuando la hora vacía sobreviene
sabes pasar tus dedos como un ungüento,
posarlos en los ojos emplumados,
reír con la yema de tus dedos.
¿Qué puedo darte yo sino la tierra?
Sembrado en el estiércol de los días
miro crecer mi amor, como los árboles
a que nadie ha trepado y cuya sombra
seca la hierba, y da fiebre al hombre.

Imperfecta, mortal, hija de hombres,
verdadera,
te ursupo, ya lo sé diariamente,
y tu piedad me usa a todas horas
y me quieres a mí, y yo soy entonces,
como un hijo nuestro largamente deseado.

Quisiera hablar de ti a todas horas
en un congreso de sordos,
enseñar tu retrato a todos los ciegos que encuentre.
Quiero darte a nadie
para que vuelvas a mí sin haberte ido.

En los parques, en que hay pájaros y un sol en hojas por el suelo,
donde se quiere dulcemente a las solteronas que miran a los niños,
te deseo, te sueño.
¡Qué nostalgia de ti cuando no estás ausente!
(Te invito a comer uvas esta tarde
o a tomar café, si llueve,
y a estar juntos siempre, siempre, hasta la noche.)

– Jaime Sabines.

Que el aire vuelva a ser respirable y de todos.

que el aire vuelva a ser respirable y de todos
y que vos muchachita sigas alegre y dolorida
    poniendo en tus ojos el alma
    y tu mano en mi mano
y nada más

Una y otra vez vuelvo a Mario Benedetti, que me enamora lo mismo con poemas de amor como con poemas de lucha, de reivindicación, con cualquier tema que trate.

En estos momentos es este poema titulado «Hombre que mira al cielo»  el que me cautiva y quiero compartir con todas vosotras, las personas que visitáis este blog.

Con él os dejo deseándoos que paséis un buen fin de semana.

Cuidaos y procurad ser felices y sembrar felicidad a vuestro alrededor.

Ver letra: Seguir leyendo «Que el aire vuelva a ser respirable y de todos.»