Tiempo de ilusión

“Izena duenak izana du”

“Lo que tiene nombre existe”

(Antiguo dicho vasco)

Llega de nuevo el solsticio, de invierno en el hemisferio norte, tiempo de celebraciones desde hace miles de años, de veneración a los astros y a seres mágicos, tiempo de ilusión repartida por los distintos personajes creados por diferentes culturas y religiones.

En Euskalherria, el principal personaje es Olentzero, simpático carbonero que desciende del monte el día 24 repartiendo regalos a los niños y también carbón en caso de mal comportamiento durante el año.

En ciudades, pueblos y barrios podemos ver los cortejos acompañando a Olentzero por las calles tras la espera de su llegada en la falda del monte.

Aunque ya lo he publicado en otra ocasión, traigo de nuevo un precioso cuento sobre este entrañable personaje, así como el enlace para saber más sobre esta tradición y leyenda.

¡Que los astros y seres mágicos os inunden de energía positiva, que se traduzca en salud, paz y amor, en definitiva de auténtica felicidad!

 

Olentzero

Hoy voy a contar la historia del Olentzero, he encontrado esta y me parece muy bonita. Todos de pequeños hemos creído en ese hombre bonachón que venia una vez al año a dejarnos regalos o, si nos habíamos portado mal, carbón, pero que trajese lo que trajese, le esperábamos con ilusión. Para recordar un poco aquellos años aquí dejo la historia:

 

En los bosques de Euskal Herria, hace muchísimos años, vivía un hada muy bella de cabellera amarilla y ojos muy brillantes. Como todas las hadas cuidaba de la gente y estaba acompañada por criaturas como duendes llamados Prakagorri (pantalones rojos) que la ayudaban en todo su trabajo.

Un día que el hada estaba viajando a través de las montañas, mientras estaba peinando sus cabellos en una fuente, los prakagorri le anunciaron que algo había moviéndose entre los helechos. Los duendes gritaron para llamar la atención del hada y ante la sorpresa del hada que no entendía como los humanos habían podido dejarlo abandonado, encontraron un bebé humano. Por ello el hada le dijo al bebé: “tu nombre será Olentzero, porque es una cosa maravillosa haberte encontrado. Y por este acto te daré los regalos de Fuerza, Coraje y Amor, por todo el tiempo que tú vivas”. Entonces el hada cogió al niño y lo llevó a una vieja casa en el límite del bosque donde vivían un hombre y una mujer que no tenían hijos. Así que sabiendo el hada que serían muy felices de recibir el bebé lo dejó enfrente de la puerta para que ellos lo encontraran.

Muy pronto, al amanecer, cuando el hombre se levantó a ordeñar las vacas encontró al bebé y corriendo gritó y se lo enseñó a su esposa, muy contentos de haber recibido a ese niño rápidamente lo taparon con una frazada, le dieron de comer y lo tomaron como su hijo. A partir de ese momento, Olentzero creció entre los bosques y se convirtió en un fuerte, amable y saludable hombre que nunca tuvo la preocupación de como había llegado a ser encontrado por sus padres. Olentzero trabajaba todos los días del año haciendo carbón y ayudando a su padre. Pero lo inevitable sucedió y después de muchos años los que habían sido sus padres murieron y Olentzero se quedó muy solo en su casa del bosque haciéndose viejo según pasaban los años. Durante el paso de los años Olentzero fue entristeciendo y se fue dando cuenta de lo que necesitaba era ayudar a otras personas que lo necesitaban.Recordó que en el pueblo había una casa donde vivían los niños que no tenían padres, ellos vivían de lo que la gente del pueblo les daba, esos niños eran muy solitarios, como yo, pensó el Olentzero, así que trató de hacer algo para que esos niños fueron mas felices.

Así que como Olentzero era muy hábil haciendo cosas con las manos se dispuso a hacer juguetes para los niños y muñecas para las niñas con la idea de darles los juguetes cuando fuera al pueblo a vender carbón. Cuando acabó de hacer las muñecas y los juguetes, los metió todos en un saco y cargo el saco en su burro junto al carbón y marchó al pueblo muy contento pensando en lo que iba a hacer.
Olentzero les dio los regalos a los niños y estuvieron muy contentos, él estuvo jugando con ellos todo el día y contándoles las historias que había aprendido de su padre cuando era pequeño. Los niños y niñas a partir de ese momento amaron mucho al Olentzero y ya no se sintieron tan solos como antes. Olentzero fue muy bien reconocido en el pueblo y cada día cuando llegaba al pueblo a vender su carbón era rodeado por todos los niños.

Esto sucedió durante muchos años hasta que un día hubo una tremenda tormenta en el pueblo, bosque y montañas la cual destruyó muchas cosas. Los truenos, rayos y el frío dejaron muy asustadas a las gentes del pueblo y especialmente a los niños. Un día Olentzero estaba de camino hacia el pueblo y vio un rayo que caía en una casa. Se acercó y vio a unos niños en la casa asustados y pidiendo ayuda dentro de la casa que estaba en llamas. Cubrió a los niños con una manta para protegerles del fuego y los saco de la casa a través de una ventana por el primer piso. Mientras él estaba tratando de salir una gran viga cayó sobre Olentzero provocando que su fuerte y gran corazón se detuviera. Cuando se enteraron las personas del pueblo lloraron por lo sucedido dándose cuenta de que no había nada que ellos pudieran hacer.

En ese mismo momento fueron sorprendidos por una brillante luz que salia de la casa. Mientras nadie pudo ver lo que sucedía dentro de la casa, dentro de ella, apareció el hada que había encontrado al Olentzero cuando era un bebé en el bosque muchos años antes, esta le llamó por su nombre con su dulce voz. El hada le dijo al Olentzero: “Olentzero, tú has sido un buen hombre, lleno de fe y de buen corazón. Has dedicado toda tu vida a hacer cosas para los demás, y has dado hasta tu propia vida para salvar a otras personas. Por lo tanto no quiero que te mueras. Yo quiero que vivas para siempre. De ahora en adelante tu harás juguetes y otros regalos para los niños que no tienen padres y en todos los rincones de Euskal Herria”, al oír esto los prakagorris se apresuraron a decir que ellos le ayudarían.

Y a partir de ese momento así sucedió. En la mitad del invierno, al final de cada año, Olentzero va por todos los pueblos de Euskal Herria repartiendo juguetes a los niños que no tienen padres ni abuelos que les hagan regalos. Los niños de todos los pueblos celebran la llegada del Olentzero cantando canciones y esparciendo mensajes de amor.
Muchas personas no creen que el Olentzero exista pero por contra otras sostienen que entre los vascos existe todo lo que tenga un nombre y realmente queramos que exista.

 

Leer más sobre el personaje Olentzero:

amalaidea.wordpress.com/…/12/19/olentzero

amalaidea.wordpress.com/…/12/19/olentzerohttps://amalaidea.wordpress.com/2015/08/09/mitos-y-leyendas-del-pais-vasco-olentzero/

24 comentarios en “Tiempo de ilusión

  1. lostalleresdenatalia

    Voy a confesar que no he leído tu entrada. Lo siento, pero me da igual. Hoy quiero expresarte lo feliz que me siento volviendo a estar cerca…..volviendo a vuestros brazos, a vuestro calor.
    Mi mente no pudo con mi cuerpo esta vez. Pero ya está ella poniendo las cosas claras y tomando posición.
    Te quiero, y mil besos y mil veces gracias.

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    1. ¡¡Natalia, corazón!! Qué alegría tenerte de nuevo por aquí, no sabes lo feliz que me haces. Esto es mucho mejor que si me hubiese tocado el gordo de la lotería.
      Ahora, por favor, tómalo con calma y no te excedas, como te decía, tómalo en serio con una sonrisa.
      Te quiero, duendecilla y quiero disfrutar de tu cariño y tu amistad mucho tiempo. Miles de abrazos y de besos que te lleguen al alma porque del alma salen, para ti, para Manu tu todo y tu chiquillo. Que paséis unos felices días de fin de año y que por fin podáis disfutar de las auroras boreales y sobre todo de la vida día a día. Siempre a tu lado, a veces a mala idea pero siempre con cariño. Cuídate, Muáa.

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      1. lostalleresdenatalia

        Pasa unos días en calma, pero con mucha ilusión y sonrisas. Pero no sólo estos días, toda la vida…..
        Y yo no me excedo, es mi corazón, que tiene autonomía…..de verdad.
        Mil besitos.

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