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Sentada en el borde de la cama,
trémula, temblorosa,
incapaz casi de moverse,
apenas respiraba entrecortadamente
mientras contemplaba aquellos dedos
que suavemente hacían descender sus medias
sin apenas rozar su piel,
un tacto leve pero electrizante
que hacía saltar chispas
en lo más hondo de sus entrañas.
No podía, no quería apartar la vista
de aquellos mágicos dedos
ni mucho menos mirar aquel rostro
que la contemplaba con arrebato,
aquellos ojos destilando amor y ternura
pues temía perder la razón
como sabía que perdería el sentido
cuando aquellos diez duendes
continuasen su paseo por toda ella
hasta llevarla al paroxismo,
al clímax, al éxtasis más profundo.
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Sentada al borde de la cama,
trémula, temblorosa,
respirando entrecortadamente, esperaba
odiando y amando esos segundos eternos
que le separaban del paraíso.
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Intimista y delicado.
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A veces la mala idea se transforma…
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jajaja
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EL ORGASMO PURO
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