El abismo de la página en blanco.

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Parece mentira el miedo que produce una página en blanco cuando quieres escribir algo no solamente legible sino también leíble con agrado.

En principio te parece un precioso lienzo virgen puesto a tu disposición para desarrollar tus ideas y tu creatividad sin traba alguna.

Pero cuando te sientes preparado para ello las dificultades y los obstáculos parecen insalvables, contemplas ese blanco inmaculado, ese color tan aséptico e inocente y causa pavor enfrentarse a él, da miedo ponerle la pluma encima, la mente parece contagiarse y se mimetiza con la página, toma un color blanco impoluto no sólo ausente de ideas sino incluso ausente de la más sutil sombra de ideas.

Te sientes incapaz de hacer un mínimo esquema de esa idea que hace un momento te seducía y te parecía tan encantadora que plasmarla no presuponía ninguna dificultad, seguro que se desarrollaría casi sola, deslizándose con suavidad y precisión a lo largo y ancho de toda esa nívea superficie como un experto esquiador, pero nada más lejos de la realidad: no sabes cómo ponerte los esquís ni siquiera cómo agarrar los bastones, la pluma en este caso, o cómo pulsar las correspondientes teclas.

Dan ganas de echar un borrón, pulsar unas teclas con los ojos cerrados, cualquier cosa con tal de romper ese blanco tan terrorífico, enmascarar esa imagen que causa tanto pánico.

Piensas poner primero el título, algo tan sencillo, pero inmediatamente desechas la idea puesto que no sabes qué poner en el texto y mucho menos cómo comenzar.

Mientras contemplas ese abismo blanco que te atrae a la vez que te produce un terrible vertigo, piensas si la culpa no será de la idea prevista, por lo que piensas en otra más asequible y dócil pero no encuentras ninguna que te empuje a romper el hechizo, que guíe tu mano en las primeras palabras.

Por fin, tras una eternidad, quizás tras anteriores amagos, decides lanzarte al abismo blanco y acabar con la virginidad de esa seductora y odiada página.

Con sorpresa descubres que esas primeras palabras vienen encadenadas con las siguientes, las frases e ideas con otras complementarias, que el hilo que tomaste es el comienzo de un gran ovillo, que tu zurcido rudimentario del comienzo va transformándose en un bordado más o menos atractivo e incluso a veces en un precioso bordado.

Así llegas a la conclusión de que has superado definitivamente el pánico escénico, el terror y vertigo que te produce ese abismo blanco.

Superado el pánico… hasta el siguiente intento en que de nuevo sientes que nada ha cambiado, que la experiencia de nada sirve, sobre todo si has dejado pasar un tiempo entre una y otra.

 

17 comentarios en “El abismo de la página en blanco.

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