¡Qué grata sensación causa la lluvia en la montaña!
El olor a tierra mojada, el suave traqueteo de las juguetonas gotas golpeando las hojas de los árboles que se balancean mecidos por el viento.
Cómo, tras empapar el suelo, van formando cristalinos hilos que descienden entretejiéndose, correteando en zigzag o saltando alegremente los escalones de las rocas.
Cómo van abrazando los riachuelos, haciendo que engorden de satisfacción y aumente su vigor, sus ganas de correr saltando hacia el valle siguiendo su cauce por el barranco.
Mas si la tormenta arrecia, te recomiendo ganar las alturas para contemplar seguro el derroche de fuerza, de locura, del riachuelo convertido en bestia desbocada que no admite freno, que el cauce, que el barranco le ponga límites y furioso salta de uno a otro, se unen sus hermanos para conquistar el valle por la fuerza bruta, sin control alguno, llevándose por delante a quien intente detenerlo, haciendo pagar muy cara la osadía de permanecer o construir en esos sus terrenos de juegos, que de ciento a viento convierten, de nuevo y sin aviso, en propios y exclusivos, ejerciendo sus derechos adquiridos desde el comienzo de los tiempos.
Lluvia, tormenta, agua, arroyos y ríos, grandioso espectáculo, fuente necesaria de vida, de valor incalculable y que los humanos no sabemos apreciar, nos negamos a pagar el pequeño precio que nos imponen, el respeto a su natural comportamiento y por si fuera poco queremos robarles sus tierras, entorpecer y poner obstáculos a su necesaria labor, pretendiendo esclavizarlos, dominarlos, encerrarlos en una mísera reserva, castigándolos por lo que son, por lo que siempre han sido, por lo que siempre nos han servido.
Terrible ingratitud, terrible estupidez la del ser que se autoproclama inteligente, el género humano, que se considera dueño del planeta cuando no es más que una alimaña (en sentido figurado, que me perdonen las alimañas) empeñado en destrozar su casa y su futuro.
En estos últimos días he estado viendo algunos documentales de la Tierra, y de cómo al estamos destruyendo… Te aseguro que sentí una gran tristeza en el corazón. En verdad, no hemos sido agradecidos con este maravilloso regalo inmerecido. Abrazos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Abrazos, Lihem
Me gustaLe gusta a 1 persona
Vaya pedazo de texto, cómo está escrito y lo que dices. Yo amo, adoro, idolatro a la naturaleza y no entiendo nada a veces.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es difícil a veces entender la conducta del ser «humano»
Me gustaMe gusta
Los humanos no entendemos el honor y el préstamo que la tierra nos ha dado, ya lo pagaremos ya.
Me gustaLe gusta a 1 persona