Origen: En exclusiva
Publicado por Henar en Pensando en la oscuridad
Se han leído historias de aquella noche, han sido narradas por diferentes bocas (BestaSalvaxey Amalaidea) y me he visto en la obligación de intervenir antes de que llegue a otros medios y conviertan mi vida en un circo de ese canal maldito. Además, ¿quién mejor para contar lo que sucedió, que aquella que lo sufrió en sus propias carnes? Nadie.
Así que sin más les dejo con la única verdad.
Era un día como otro cualquiera. Por no decir que no recuerdo la fecha exacta. Recuerdo que estaba viendo la televisión, a Iker Jiménez. ¿Qué hacía viendo a ese tipo? Ni idea. Supongo que no había nada mejor.
– ¿Has oído eso? –pregunté al que nunca me traicionaría, que estaba más dormido que despierto.
– Me voy a la cama –me respondió.
– Grrrraaaaau…
– Dime que ahora lo has oído.
– ¿El qué?
“Serán los vecinos practicando sexo oral”, pensé porque mis vecinos son muy raros, y después desvarié: “Muchas de las búsquedas que realiza la gente para llegar hasta mi blog son de gemidos. Oye, ¿y si los grabo? Por fin encontrarían lo que de verdad buscan.” Así me dispuse, móvil en mano, a buscar el lugar dónde encontrar mejor estéreo.
Se ha dicho que me recorría el sudor frío por la frente mientras avanzaba por el pasillo y que tenía miedo. ¡¡Error!! Se ha dicho que llevaba linterna. ¿Por qué debería? ¿Me habrían cortado la luz? ¿Habría tormenta y habrían saltado los plomos? En cualquier caso si tenía que llevar algo, que fuera una vela para darme un aspecto misterioso.
Aquellos sonidos no cesaban. Más que gemidos, parecían rugidos, y a medida que me acercaba al dormitorio se hacían más intensos. La verdad es que ya estaba empezando a pensar que no eran los vecinos.
– Anda, vente a la cama y deja de hacer tonterías –dijo la voz clara y concisa de mi chico.
– No son tonterías ni imaginaciones mías, estoy segura de que hay alguien o algo extraño, mira, la cortina se mueve
Por supuesto aquellos rugidos solo podían salir del estómago de una Bestia, la que descubrí tras ella.
– Permíteme decirte que no se te da demasiado bien jugar al escondite.
– Pues llevo aquí toda la tarde –me dijo mientras se amasaba la tripa.
Mi novio ya estaba sacando la pistola que siempre guardo debajo de la almohada, pero le detuve. Antes quería comprobar si venía como espía de parte de aquel que duele nombrar.
– Si me dices la verdad, puedes dormir aquí, que por lo visto hay tormenta, y hay algo en el frigorífico que te encantará.
Se hizo el duro. No quiso responder a ninguna de mis preguntas y yo tenía sueño, así que lo dejé correr. Ya lo retomaría cuando me encontrara con mi socio, que no le gusta que torture sin él.
Al despertar ya no estaba, pero en su lugar había un tufo en el baño y una rosa. Lo busqué para agradecerle tan bonito gesto, el segundo, claro. Lo encontré en el parque de al lado de mi casa persiguiendo una ardilla y me confesó que él no fue. ¿Quién podía haber sido si no? Descarté al que no me traicionaría porque seguía en la cama… Y si no fue él, ni el que se rascaba la espalda en ese momento con un árbol… solo podía significar que alguien más había entrado en mi casa.
Justo un coche negro pasó por delante, casi a cámara lenta o a 3 kilómetros por hora, y pude ver tras los cristales a…
Amalaidea, ¿qué carajo hacías tú también aquí?
–ooOoo–
Nota aclaratoria:
Al parecer Henar no recuerda que me contrató como asistente personal o acaso piensa que la asistencia iba a ser únicamente on line; el caso es que iba por motivos de ese trabajo pero como buena y discreta asistente me retiré al verla en compañía de Besta, no queriendo irrumpir en esa escena, ese momento tal vez íntimo o confidencial.
Y es así, como leo la historia dos veces, y no me entero de nada. Jejejejeje
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Ya lo dijo Campoamor: nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.
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