Me despierta de este largo letargo infernal un correo de nuestro amigo Mikel interesándose por mi salud física (y mental, digo yo), porque hace tanto que no publico y lamentando mi ausencia en este blog.
Le digo que ¡vaya quién fue a hablar!, que por qué no se decide a tener un blog y me contesta diciendo que lo mío será pereza para publicar pero lo suyo es verdadero pánico.
En cuanto a mis motivos le aclaro que se trata de la sequía, primero de mis ideas y ganas y después de la del cuerpo con este verano tórrido.
Dejando esto, me dice que le gustaría dedicar una canción a una gran amiga con la que ha tenido un gran «desencuentro» como dice él, cosas de la vida, que aunque sigue el gran cariño por las dos partes, por circunstancias ajenas deben poner distancia por medio.
Y aunque en su caso no se trata de amante, (Mikel no es de amantes sino de amistades muy profundas, íntimas pero puras, espirituales) su caso guarda gran similitud con la canción.
Por eso quiere dedicarle esta canción de despedida con todo su cariño pues piensa que la escuchará, ya que solía seguir este blog, y también está seguro que le gustará y le desea mucha felicidad aunque él no pueda verla.
Así que a petición de Mikel para esa su gran amiga (amiga del alma diría yo) y para todas vosotras que os podáis encontrar en un caso similar y para las que no, espero que también os guste, esta preciosa y emotiva canción de Bunbury.
Después de este despertar os digo lo mismo que a Mikel: que no prometo nada pero intentaré que mis ausencias no sean tan largas.
Para todas (las personas) las que entréis o sigáis este blog mi agradecimiento y mis disculpas; como en la canción, mi ausencia no significa que haya desaparecido el cariño que os tengo, son las circunstancias y mi pereza.
Espero que disfrutéis de la canción y de la vida y os dejo un fuerte abrazo y besos para todas.