Si alguna vez se os ha ido esa persona amiga íntima, confidente, cómplice y guardián de vuestras cuitas, secretos y sentimientos, ya sea definitivamente o por una temporada, sabréis el vacío que queda, la soledad, angustia, etc.
Cuando un amigo se va, el tiempo se detiene, se hace eterno, los días se hacen noche, el silencio es un estruendo ensordecedor que golpea el alma.
Cuando un amigo se va, hay oscuridad en pleno día, frío en el alma aun cuando el cuerpo arda, silencio en pleno bullicio, desierto, silencio, soledad, recuerdo, nostalgia…
Dice Alberto Cortez «que queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo» pero cuando la ausencia es temporal (pero que parece una eternidad), queda un espacio vacío que sólo puede llenar EL REGRESO DE ESE AMIGO.
Y esperas ansiosa su regreso, como el amanecer después de una larga y fría noche; se va iluminando y decorando el alma para su regreso, piensas la cantidad de cosas atrasadas para compartir, para contar y por fin cuando llega… se te olvidan las penas y sentimientos de su ausencia, se te olvidan los cuentos, secretos y confidencias pendientes y sólo recuerdas… que está de nuevo a tu alcance, que puedes contar de nuevo con ella.
Cuando Un Amigo Se Va
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío,
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va,
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Cuando un amigo se va,
una estrella se ha perdido,
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.
Cuando un amigo se va
se detienen los caminos
y se empieza a rebelar,
el duende manso del vino.
Cuando un amigo se va
galopando su destino,
empieza el alma a vibrar
porque se llena de frío.
Cuando un amigo se va,
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.
Cuando un amigo se va,
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.
Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío,
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Amalaidea 